Notas sobre ‘Mi padre alemán’ y algunos títulos para comprender mejor qué está pasando con Israel y Palestina

  • Mañana, jueves 2 de noviembre, a las 19:00, charlaré con Ricardo Dudda a propósito de Mi padre alemán en Cervantes y compañía. El acceso es libre y gratuito hasta completar el aforo.
  • La lectura del ensayo de Dudda, finalista del II Premio de No Ficción Libros del Asteroide, da pie a la reflexión y la bibliografía sobre la actual situación de Israel y Palestina.

Todas las guerras, como las familias felices de Tolstói, se parecen. Lo pienso mientras disfruto de las últimas páginas de Mi padre alemán acurrucada bajo el edredón, mientras la luz fría de este otoño que por fin ya es otoño se cuela por la claraboya, la mañana del Día de los Muertos. Por eso me entran ganas de volver a la librería y recomendar a diestro y siniestro el ensayo de Ricardo Dudda, sobre todo a quienes se interesan por los conflictos actuales y buscan información sobre la esencia de los países y las políticas, de los ejércitos y las colonizaciones… yo misma, a menudo, formo parte de ese grupo aficionado a la coyuntura y convencido de la originalidad de los acontecimientos. No discuto que así sea: al mismo tiempo, nada pasa dos veces y todo se repite una y otra vez.

María, Sara y yo, con ayuda de los comerciales, buscamos títulos que profundicen en la historia larguísima del conflicto entre Israel y Palestina. El cómic de Joe Sacco está agotado, pero existe la alternativa de Palestina. Arte y resistencia en Nayi Al-Ali, y yo recuerdo el librito minúsculo pero interesantísimo de Errata Naturae, que hace ya algunos años me recomendó Raquel Friera. Se llamaba A través de los muros, y llevaba en la cubierta un potente subtítulo: ‘Como el ejército israelí se apropió de la teoría crítica posmoderna y reinventó la guerra urbana’. También conservo en la memoria la lectura de la novela, triste y bellísima a la vez, de David Grossman La vida entera, del breve ensayo de Amos Oz Contra el fanatismo, y la cruda experiencia de adentrarme en El atentado, el relato de Yasmina Khadra en el que queda claro que apropiarnos del otro por completo, por mucho que nos acerquemos a él, por mucho que creamos amarlo y comprenderlo, resulta inalcanzable. Más banales, por lo que tienen de fresco cotidiano, pero igualmente esclarecedoras (porque en las rutinas residen los comienzos de todas las cosas excepcionales) son las novelas de Dror MIshani y Batya Gur, Tres y Asesinato en el Kibbutz.

Pero vuelvo a Dudda, que en la página 41 de su libro recoge la abolición, el 25 de febrero de 1947, del estado prusiano a partir de un breve texto firmado por los aliados, que termina así: «Queda abolido el estado prusiano junto con su gobierno central y todos sus órganos». Una sola frase capaz de arrancar de cuajo las raíces de un montón de historia y desanclar los recuerdos de varias generaciones de —y esta palabra me fascina por lo que tiene de salvoconducto y representación del 99’99% de la humanidad— «civiles». Los civiles siempre son víctimas, no pertenecen a ningún bando y sus odiseas personales transcurren en paralelo y en silencio, casi siempre incógnitas, a la sombra de esa otra Historia más grande, que solo nos representará después de muertos, pero muy pocas veces mientras estemos vivos y nos toque en mayor o menor medida lidiar con ella.

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