
Y en los vestidos de lentejuelas que se cruzan como estrellas fugaces entre la multitud.
Son rosas, amarillos y azules.
Son vulgares
y brillan,
al mismo tiempo mágicos y terribles,
como el amor no correspondido.
Sólo eso cuenta mientras regreso a casa.
Pienso que en ellos reside la valentía
y me digo a mí misma: ¿Quién te has creído que eres?
¿Por qué dudas de que tu valor es idéntico al de todos aquellos que sí han tenido hijos?
Por suerte o por desgracia, al segundo siguiente mi atención se concentra en la calle luminosa,
Es ella la que importa en absoluto,
testigo de cada una de mis debacles,
desafío continuo al algoritmo…
La calle, que en la noche recibe la visita de animales salvajes
y se conforma como yo.
¿Cuál es el consuelo de este dolor sin nombre?, me pregunto.
¿Cuál es el valor?
Al menos para mí
hoy no hay ninguna música.
👍👍
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