La literatura de espías vuelve a estar de moda —de hecho, en esta web nunca dejamos de prestarle atención, gracias, entre otras cosas, a la divertidísima saga de Mick Herron Caballos lentos: aquí la prueba—. Frente a los clásicos del género, las novedades imponen estrategias, herramientas y conflictos nuevos, a los que resulta interesante acercarse a partir de la ficción. Junto a las obras consagradas, con la Guerra Fría como telón de fondo, las novelas actuales nos llevan a los escenarios de los últimos enfrentamientos y construyen sus tramas alrededor de la tecnología y los problemas que ahora mismo mantienen ocupada la atención del mundo.

De las primeras, no me resisto a destacar tres de mis debilidades: El topo, de John le Carré —para mí, sin duda, una de las mejores novelas del siglo XX—, El americano tranquilo, de Graham Greene, y las más reciente en el tiempo de publicación pero no del relato Operación dulce, donde su autor, Ian McEwan, no solo nos cuenta una emocionante historia ambientada en el MI5, sino que, en sus últimas páginas, nos da una lección magistral de literatura que nos dejará con la boca abierta.
Y entre las segundas, dos historias extensísimas y recién llegadas a las librerías españolas, perfectas para convertirse en lectura única de vacaciones y sumergirse hasta las profundidades casi abisales de sus intrigas:

El año de la langosta, de Terry Hayes, que conquistó el éxito con Soy Pilgrim y, en esta nueva propuesta, nos cuenta la búsqueda, por parte de un espía de la CIA, de un malvado líder terrorista al que habían dado por muerto. Con este premisa, Hayes nos propone mirar a algunos de los lugares más peligrosos del mundo y sobrevuela Irán, Afganistán y Pakistan sin que el ritmo del relato flaquee ni un segundo.

Por otra parte, en Estación Damasco, David McCloskey se centra en la convulsa historia reciente de Siria para, con un tono algo más romántico que el escogido por Hayes —pero en ningún caso menos verosímil— llevarnos de la mano por los entresijos, las rencillas y las transgresiones de los derechos humanos perpetradas en el fango de una de las guerras más terribles de nuestro siglo, si es que la gradación es posible y no absurda a la hora de calificar la pérdida y la sangre.

Y en último lugar, una rareza del gran Rafael Reig: Cualquier cosa pequeña. En su nueva propuesta, Reig nos invita a visitar Dragonera, una isla del Atlántico, excolonia británica, convertida en paraíso fiscal. Allí, un atentado contra el candidato a la presidencia del país desatará el caos y le regalará al lector una historia que nos recordará las tramas del mejor Graham Greene.
¿Con cuál os quedáis? Difícil, muy difícil, decidirse.






