Una caja llena de mariposas gigantes para Virginia Woolf

La cubierta de ‘El estrecho puente del arte’ está inspirada en las cubiertas que Vanessa Bell, hermana de Virginia, diseñó para la editorial de la escritora, Hogarth Press.

Una vez, hace ya mucho tiempo, Darwin explicó la evolución tomando como ejemplo el color de las alas de las mariposas. En su obra eran frecuentes las ilustraciones de mariposas gigantes, con alas de colores que parecían de otro planeta, sobre un papel que con el paso de los siglos, en cada una de las miríadas de ediciones dispersas por el mundo, adoptó el tono y la consistencia del pergamino.

Cuenta Rafael Accorinti que aquellas mariposas fascinaron a Virginia Woolf.

Accorinti, traductor y responsable de la excelente antología de ensayos de la autora del grupo de Bloomsbury El estrecho puente del arte, que acaba de publicar la editorial Páginas de Espuma, atesora la anécdota de las mariposas entre sus favoritas. Ocurrió que Victoria Ocampo, sabedora de la admiración con que Woolf solía contemplar aquellos dibujos, le hizo llegar por correo postal hasta su casa una caja llena de mariposas gigantes; un regalo que la autora de La señora Dalloway valoró hasta el punto de exponerlo en la entrada de su domicilio. Por desgracia, los bombardeos de la guerra destruyeron el exótico presente de Ocampo y hoy no queda ni rastro de aquellas mariposas muertas, si bien cada palabra de los ensayos rescatados por Páginas, cada idea esbozada en los textos traducidos y editados por Accorinti, recuerda la viveza de los colores y el errático pero certero revoloteo de los lepidópteros.

Porque no hay reglas en la obra ensayística de Woolf y es precisamente ese caos formal que caracteriza su discurso el que lo hace no solo irrepetible, sino también eternamente actual, ajeno al corsé del tiempo y el espacio en el que fue escrito.

Tal vez sea esta la razón por la que Virginia Woolf nunca pasará de moda.

Hace ya algunos años, tuve la suerte de participar en el proceso de edición de los diarios de la escritora; un trabajo ingente, liderado por Cristina Pineda desde Tres Hermanas y con la gran Olivia de Miguel a los mandos de la traducción. Aquella tentativa de publicar en español los diarios completos, hoy ya culminada con éxito, me dio la oportunidad de viajar a Nueva York y consultar las notas originales, gráficamente desordenadas, marañas de párrafos, listas y garabatos que a mí me parecieron oráculos.

En El estrecho puente del arte, Woolf se pregunta por la proporción entre lo aprendido y lo literariamente innato en quien escribe, entre la influencia y la voz: ¿qué debemos llevar a nuestro mundo de ficción de los mundos ajenos y qué abandonar al otro lado de ese río imaginario que debemos cruzar si queremos convertirnos en narradores de historias?

Una vez más, leerla resulta imprescindible.

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