Me compro unos cascos y un micro, me inicio en un programa de edición de audio y trasteo con ellos convencida de que, más tarde o más temprano, les daré buen uso. Cuando eso ocurra, cuando se perfile del todo la idea de lo que quiero hacer con ellos, quiero estar preparada. Por eso me ejercito y grabo el principio de Las manos tan pequeñas.
Al volverlo a leer, recuerdo muchas cosas.
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