Empiezo a colaborar con El Periódico de España

A partir de ahora, también escribiré sobre crimen en El Periódico de España. Podréis encontrar mis textos en la sección de Cultura del diario. Espero que los disfrutéis.

El primero, un artículo sobre el Cozy Crime, una tendencia al alza:

«Se ha convertido en uno de los géneros más codiciados entre las editoriales y agencias participantes en la reciente Feria del Libro de Frankfurt. Sin embargo, aunque su arraigo literario en el panorama internacional es firme, en España no ha sido hasta estos últimos años cuando el cozy crime, algo así como «el crimen acogedor», ha empezado a ganar adeptos y ha despertado el interés de algunos de los sellos y colecciones de novela negra con más prestigio de nuestro país. Pero ¿puede el crimen ser amable o, por lo menos, ser narrado desde una perspectiva dulcificada y presidida por el sentido del humor?»

Lee el artículo completo, clica AQUÍ.

‘La ciudad de los vivos’

«El coronel partía del supuesto de que el hombre es una criatura frágil, y que sólo una ética a prueba de bombas, y una inquebrantable fuerza de voluntad, le impiden a veces sumirse en el desastre.

—Además, lo que tienen a su alrededor no ayuda —agregó.

Se refería a la ciudad».

Hoy terminaré La ciudad de los vivos, una lectura que no se me olvidará. La historia de cómo y por qué, en marzo de 2016, mientras la lluvia amenazaba la ciudad de Roma, Manuel Foffo y Marco Prato acabaron brutalmente con la vida de Luca Varani no es un true crime al uso, sino una obra literaria de calidad excepcional, que entronca directamente con A sangre fría o la más reciente Devoradores de sombras, y ofrece al lector un fresco del horror doméstico tan árido y descarnado, como atractivo gracias a su tremenda oscuridad.

Sin tiempo para escribir un artículo en condiciones, pero con muchas ganas de recomendarlo por aquí, porque creo que merece mucho la pena y ardo en deseos de que alguien cercano se lea el libro para poder comentarlo largo y tendido, dejo a continuación mis reflexiones y notas:

  • «¿Podemos hablar de la resistencia física del mal después de haber sido cometido?». Esta es una de las muchas preguntas que, a lo largo del texto, se formula Lagioia. Nos encontramos ante un relato plagado de interrogantes y, más concretamente, plagado de interrogantes sobre el mal y sobre el horror. Aún a riesgo de simplificar en exceso, los agrupo en un par de cuestiones: ¿El mal se queda? Allí donde ha sucedido algo terrible a manos humanas, ¿prevalece como una masa densa y transparente que podemos intuir y rechazar?; y ¿el mal es capaz de apoderarse de las personas buenas y sumirlas en un estado transitorio de locura? ¿Podría cualquiera de nosotros ser el responsable de una atrocidad semejante a la perpetrada por Foffo y Prato?
  • No hay deriva individual ajena a la deriva del espacio que la acoge. Para Lagioia, la decadencia de Roma, presente en cada una de las mil ratas que infestan la ciudad, no se produce en paralelo a la de los asesinos, sino que alimenta su temeridad y, a la vez, se nutre también de ella. ¿Hay un crimen para cada escenario urbano e histórico? ¿Un tipo de criminal y un tipo de víctima? Si abordamos La ciudad de los vivos desde esta perspectiva, podría justificarse el hecho de que un librero algo irónico la clasificara como literatura de viajes, y la verdad es que la crónica incluye numerosos pasajes descriptivos, a la altura del más exigente flâneur.
  • La identidad como crimen. ¿Ser de una u otra forma nos sitúa a ojos de la opinión pública a la altura de quién nos hace daño y, en cierto modo, lo justifica? ¿Era Luca Varani un chapero? ¿Tenía tendencias homosexuales que había decidido ocultar? A lo largo de la narración, descubrimos cómo la sociedad se apoya en los rasgos que definen la personalidad de los protagonistas de la tragedia -orientación sexual, nivel económico, entorno familiar- para prejuzgarlos y endurecer o suavizar la mirada sobre el hecho delictivo, sobre la muerte violenta, que debería analizarse de forma independiente a la condición de quienes, víctima o verdugos, la protagonizan.
  • «Nosotros no lo sabemos todo, pero Facebook a lo mejor sí». Esto le dice el abogado de Marta Gaia, novia de Luca Varani, a Lagioia. Ni siquiera por nuestros seres queridos deberíamos atrevernos a poner la mano en el fuego. Ellos por nosotros, tampoco. Sin embargo, es curiosa la facilidad con que, sucedido el desastre, nuestras vidas se pueden reconstruir a partir de la red, de nuestro rastro impostado o sincero en los buscadores y las plataformas. ¿Quiénes somos? o, mejor: ¿quiénes somos «realmente»? Vivimos en una época en la que resulta difícil separar la ficción de la realidad.
  • Por último, qué importante es la voz y la forma que elegimos a la hora de (en este caso) reconstruir una historia. Nos encontramos, además de ante un suceso hipnótico por lo que tiene de demoledor, ante un narrador inmejorable; y quizás sea él, el autor, el que consigue que La ciudad de los vivos de el salto de «crónica interesante y adictiva» a «lectura imprescindible».