
Con motivo del estreno en Netflix de la serie Mindfulness para asesinos, cuelgo a continuación la entrevista inédita que le hice en enero de 2023 a Karsten Dusse, autor de la novela homónima, publicada por Espasa.
«Si situamos a una paloma blanca sobre un fondo negro, la veremos aún más inmaculada de lo que es. Esto es lo que hago en Mindfulness para asesinos al combinar el crimen y la atención plena». Así explica el abogado, guionista y ahora novelista superventas Karsten Dusse (1973, Essen, Alemania) por qué considera la novela negra el mejor canal para transmitir la esencia del mindfulness. Nada más extremo que un profesional de mediana edad que se transforma en asesino y deja morir a su cliente en el maletero de su coche mientras interioriza los principios de relajación y concentración que trata de inculcarle un peculiar terapeuta. Con este planteamiento, la reflexión sobre la sociedad que nos ha tocado en suerte y el humor alrededor de unos hechos a priori terribles y sangrientos están servidos.
Dusse, que en Alemania ya cuenta con cuatro novelas en las que el crimen se convierte en el vehículo perfecto para la divulgación de conceptos como el del «niño interior», las virtudes del Camino de Santiago o las controvertidas maniobras de Osho, está convencido de que el mejor lugar para narrar una historia es el del testigo: «solo desde esa perspectiva podemos impedir que nos ciegue la percepción inicial de las cosas y destripar lo que vemos hasta que no quede más que el hecho desnudo. Eso es divertido».
—En ese caso, todo puede ser divertido, ¿nos podemos reír con el crimen?
Siempre en el plano de la ficción, no nos reímos de la víctima, pero sí de quién comete el crimen, porque el asesino se cree fuerte, cuando en realidad es una persona ridícula. Si somos capaces de verlo así, el crimen nos resultará menos temible, porque visualizaremos al criminal como un idiota y el mensaje final será: «no tengas miedo de un idiota».
—¿Un autor siempre escribe de la misma manera? ¿Escribimos como vemos y no lo que vemos?
Lo que vemos no siempre es objetivo.
—Yo diría que nunca lo es…
Elijo afrontar lo que ocurre desde la perspectiva del humor, así es como intento ver la vida: los fallos de la gente, sus luchas por progresar… pero, más allá del filtro que escojamos para mirar la realidad, debemos aceptar que no hay nada que sea bueno o malo al cien por cien. Asimilar esta certeza es muy relajante, porque nos deja un margen de impureza para jugar con los hechos y divertirnos.
—¿Practica el mindfulness?
Sí, desde hace 7 años.
—Björn Diemel, su protagonista en mindfulness para asesinos, también lo practica y también, como usted, que estudió derecho, es abogado. ¿Qué hay en esta novela de autobiográfico?
Cuando decidí empezarla, ya había escrito muchos guiones para televisión y eran siempre muy breves. Se grababan muy rápido. Todo se acababa en un segundo. Pero lo que yo quería era crear un mundo de cientos de páginas y mi primera decisión para alcanzar este objetivo sin eternizar el proceso fue reducir el tiempo de investigación previo a la escritura, por eso mi protagonista es abogado, porque conozco ese ámbito laboral.
La primera idea que tuve fue la de un abogado estresado que mataba a su cliente. Empecé a fabular a partir de este supuesto, quería ver hasta dónde podía llegar… y no tardé en darme cuenta de que faltaba algo, porque el estrés no me parecía suficiente motivo para matar, así que le di una vuelta y decidí, amparándome también en mis propias experiencias, que antes del crimen Björn dominara su estrés gracias al mindfulness. El ejercicio del Derecho y el mindfulness son los dos pilares de la trama que tienen que ver conmigo. El resto es ficción.
—Leyendo la novela quizás el lector piense que es mejor no aplicar los principios del mindfulness a rajatabla…
Es importante dejar claro que el personaje principal no comete el crimen por practicar el mindfulness. Con él reduce su estrés y consigue minimizar el peso de los factores morales, y eso es lo que se lo pone más fácil a la hora de delinquir.
Más allá del divertimento de la novela, es importante señalar que quien domina las técnicas de mindfulness deja de darle vueltas a la cabeza y detiene sus pensamientos de culpabilidad, furia y fracaso, porque se concentra en el aquí y el ahora.
—Björn se adentra en las bondades de esta disciplina gracias a Joschka Breitner, terapeuta inventado y autor de Desacelerar en el carril de adelantamiento: mindfulness para ejecutivos. ¿Cómo construyó este personaje, cuyos mensajes de atención plena y concentración salpican toda la trama?
Me imaginé al terapeuta que me hubiera gustado tener, porque al principio me costó entender la disciplina.
En Alemania la palabra que se utiliza para el mindfulness es Achtsamkeit, que significa algo así como achtung(«cuidado» / «peligro»), y me llevó un tiempo darme cuenta de lo que esto quería decir. La palabra en inglés significa sentir la mente y llenarla de cosas buenas, algo que también tardé un poco en comprender. Lo que pretendía con mi terapeuta ficticio era explicar el mindfulness de una forma sencilla.
—Y lo hace con las máximas de Breitner, que abren cada capítulo de la novela y están sorprendentemente bien logradas.
Reflejan la condensación de mis sentimientos. Cuando escribo, cada vez que termino un capítulo, veo cómo puedo resumir su esencia en una o dos afirmaciones. Creo que es ahí donde vuelco mis siete años de práctica de mindfulness, mis lecturas y búsquedas en la red.

Sospecha de infelicidad
—¿Por qué, en una sociedad como la nuestra, disciplinas como el mindfulness están tan en boga? Hace apenas unas décadas nadie hablaba de ellas. ¿De qué es síntoma?
Al final esto prueba que nuestros problemas son «de lujo». Nuestros padres bastante tenían con dar de comer a su familia y trabajar para lograrlo.
—La hija del Björn le dice a su padre: «papá, primero la excursión y luego el trabajo». ¿Por qué se nos olvida con tanta facilidad, cuando nos hacemos adultos, lo que es realmente importante?
Hablábamos de nuestros padres… En su época no había posibilidad de estar en dos sitios a la vez. Las nuevas tecnologías no existían y eso les obligaba, afortunadamente, a separar la vida personal y el tiempo libre del trabajo. Ahora es diferente, con los móviles, el correo electrónico, las redes y la web, las distancias han desaparecido.
—¿Significa esto que no estamos preparados para las nuevas tecnologías? ¿Tenemos que aprender a utilizarlas?
Tenemos que aprender a no utilizarlas.
—Siguiendo con su reflexión y al terminar la novela, me quedo con la sensación de que vivimos en una sociedad profundamente infeliz. Aunque el libro sea de humor, es un humor muy amargo.
No estoy de acuerdo. Cada época y cada tipo de sociedad tiene sus propios problemas y al final tienes que elegir cómo quieres verlos y afrontarlos. De eso depende que podamos ser felices.
—Pero la lectura del libro me hace pensar que, si nos empeñamos en ser felices, no «somos» felices. No vivimos porque perdemos el tiempo «aprendiendo» a vivir.
Puedo entender lo que dice, pero no es exactamente así. Mi protagonista adapta su vida a los problemas. Cualquiera de nosotros podemos decidir en cualquier momento dar un gran cambio a nuestra vida. Esto es lo que hace y nos demuestra Björn, y lo hace matando a su cliente. Es necesario para la historia contar con ese lado oscuro que destaca por contraste las glorias del mindfulness.
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